DISCURSO DE CLAUSURA
Agradezco al Señor que a lo largo de estos días haya derramado su Espíritu Santo en nosotros, guiándonos en los trabajos del Capítulo y, sobre todo, abriendo nuestros corazones y nuestras mentes para escuchar el clamor del mundo que sufre, discerniendo la voluntad de Dios. El ambiente espiritual y la oportunidad que nos brindaron los Padres Paúles en el Santuario propiciaron un clima de discernimiento y oración.
Quiero agradecer a toda la Familia de San Juan de Dios la confianza depositada en mí, como Superior General, para guiar la vida de nuestra Orden: una llamada del Señor a realizar este servicio a la Iglesia y a la Orden. Es una gran responsabilidad que asumo con fe y esperanza, seguro de que no dejaréis de ayudarme, y confío en la gracia de Dios dispuesta a sostenerme en el camino a pesar de mi pobreza y limitaciones. Pongo este Sexenio bajo la protección de María, Nuestra Señora del Patrocinio, de San Juan de Dios, nuestro Fundador, y de todos los Santos y Beatos de la Orden.
Agradezco al Capítulo la confianza otorgada a los Hermanos con los que llevaré a cabo esta misión en comunión y corresponsabilidad: a cada uno de ellos un gracias de corazón. A partir de ahora necesitaremos el apoyo y las oraciones de toda la Familia de San Juan de Dios.
2. Un buen samaritano para nuestro tiempo
"Juan de Dios fue un gran santo de la Iglesia del siglo XVI y el testimonio de su vida sigue siendo actual en nuestro tiempo. Fue un hombre fuertemente tocado por la gracia del Señor, un hombre que no se resistió a la gracia divina. Se entregó al cumplimiento generoso de la voluntad de Dios en su vida bajo la guía de san Juan de Ávila, su director espiritual. San Juan de Dios es llamado el Santo de la caridad, el padre de los pobres, porque se identificó verdaderamente con los marginados, a los que dedicó sus mejores energías con verdadera caridad'. Que él mismo nos dé el valor apostólico y el corazón sensible para aliviar los sufrimientos de Cristo, que siempre llama a nuestras puertas bajo la forma de destinatarios de nuestra misión.
3. Los pilares de nuestro futuro
Hemos llegado a un punto de inflexión en nuestro camino común, un momento difícil, pero que encierra grandes promesas para los años venideros. Ante los retos que nos esperan, nuestro compromiso sólo puede ser profundo y valiente. Quisiera destacar algunos puntos enriquecidos por las líneas de acción aprobadas por el Capítulo que guiarán nuestros pasos y orientarán nuestra misión en los próximos seis años.
a) Reavivar la llama de nuestra vocación y consagración
En un mundo que cambia a una velocidad sin precedentes, es esencial volver a la fuente de nuestro compromiso. El mensaje del Evangelio y el ejemplo de nuestro fundador, San Juan de Dios, nos invitan a una radicalidad audaz y a una sencillez radiante. Enraicémonos cada día en una auténtica vida espiritual, alimentada por la oración, el discernimiento y el apoyo fraterno. Dejemos que la formación, inicial o permanente, nos ayude a profundizar en nuestro carisma y a abrazar las realidades de nuestro tiempo con fe y esperanza. Juntos, mantengamos vivo el espíritu de nuestra consagración, para que cada una de nuestras acciones lleve la huella del amor de Cristo.
b) Transmitir y compartir una cultura común de la hospitalidad
Nuestra misión sólo puede realizarse plenamente en comunión. A todos los laicos que comparten nuestra misión de hospitalidad: sois nuestros compañeros de viaje, corresponsables de esta aventura que es también la vuestra. Construyamos juntos un "gobierno" inclusivo en el que todos, Hermanos y colaboradores laicos, se sientan parte de la misión. Forjemos una identidad común fuerte y estimulante, capaz de superar las fronteras culturales y de unir a las personas en torno a los valores que nos unen. Velamos por que la formación que ofrecemos a todos esté impregnada de nuestro carisma, pero también abierta a los problemas contemporáneos. Fomentamos un liderazgo participativo, basado en el respeto, la escucha y la confianza mutua, y transmitimos con entusiasmo esta antorcha de hospitalidad a las generaciones futuras.
c) Cultivar la audacia y la creatividad para afrontar los nuevos retos
Debemos estar atentos a las nuevas formas de vulnerabilidad y sufrimiento. Las necesidades de los más vulnerables están cambiando y es nuestra responsabilidad innovar para responder a ellas con atención y eficacia. Reforcemos nuestras prácticas asistenciales integrando la dimensión bioética, implicando a los destinatarios y prestando especial atención a los enfermos mentales, los aislados, las personas sin hogar y los que viven sus últimos días de vida. Que nuestros cuidados se caractericen por la humanidad, la humildad y la calidad espiritual, respetando la dignidad y la libertad de cada persona.
Juntos, hermanos y colaboradores laicos, el futuro de nuestra Orden puede descansar en nuestra capacidad para encarnar estas directrices con valentía, respeto, inclusión y determinación.
Que el Espíritu Santo nos ilumine y fortalezca para que, en cada acto de nuestra misión, resplandezca el amor y la acogida de Cristo. Juntos, avancemos con fe y perseverancia por este camino desafiante y profundamente liberador.
d) Discernir con serenidad sobre nuestras estructuras
La Orden Hospitalaria se encuentra en un momento crucial de su historia. Algunas de nuestras estructuras ya no reflejan la realidad actual. Las cifras son claras: debemos replantearnos urgentemente nuestra organización. Negarse a evolucionar significa abandonar nuestra misión de hospitalidad. Es esencial explorar nuevas vías, considerar la colaboración interprovincial o incluso la fusión, para optimizar nuestros recursos y nuestro impacto. Salgamos de nuestra zona de confort, de nuestras rutinas, de esos patrones que nos cierran al cambio. Nuestro objetivo es claro: encarnar una hospitalidad moderna, innovadora y colaborativa.
Nuestro gobierno tiene la responsabilidad de guiar a la Orden hacia esta transformación. El discernimiento colectivo, guiado por el Espíritu Santo y alimentado por las ideas de todos, es esencial.
Analicemos los datos con objetividad y emprendamos con valentía el camino del cambio. No dejemos que el miedo nos paralice. Aprovechemos esta oportunidad única para perpetuar la obra de San Juan de Dios. Actuemos con audacia, innovación y esperanza. Juntos, construyamos una Orden sólida y relevante para el siglo XXI.
4. Estilo de gobierno
Queremos que nuestro Gobierno tenga como punto de partida el diálogo para fortalecer la comunión, la colegialidad con los Superiores Provinciales, reconociendo su responsabilidad y autoridad. Sinodalidad aprovechando la experiencia adquirida durante la preparación de este capítulo para dar más espacio y voz a toda la Familia de San Juan de Dios.
Reforzar el trabajo en las distintas regiones en coordinación con la Curia General a través de las Comisiones Generales. Implicar más a los miembros de Nuestra Familia en las comisiones.
5. Gracias al Hermano Jesus Etayo
Quisiera agradecer sinceramente al Hermano Jesús Etayo, que ha sido nuestro Superior General estos últimos doce años. Gracias por su indefendible amor a la Orden y a la Iglesia, expresado con generosidad y gran dedicación durante estos años llenos de pasión por Cristo y San Juan de Dios.
Afecto, habilidad, destreza, estima y comprensión. Así es como quiero expresar mi profundo aprecio y gratitud por su servicio a la Orden durante estos largos y complejos años. Conscientemente y con lucidez, tuvo la habilidad de moverse en medio de los retos más complicados que jamás se hayan presentado. Con la clara perspectiva de no dejar lugar a opciones que hubieran ido más allá de la lógica del respeto a la dignidad humana. Bajo su guía, aprendimos a superar los nuevos retos con racionalidad y, sobre todo, con humanidad. Afrontar acontecimientos adversos (ébola, guerras, covid 19...crisis económica, etc.) y salir de ellos limitando los daños; este fue para mí el verdadero logro humanitario. Su capacidad para dirigir la crisis con empatía e integridad dejará una huella importante y duradera en mí y en los demás. Espero seguir construyendo sobre estos sólidos Valores que pusiste como fundamentales, que siempre pusiste en primer lugar, el futuro de nuestra Orden Hospitalaria para honrar tu servicio a través de los futuros éxitos de todos nosotros. Gracias por estar a la altura de ellos, has sido una inspiración para mí.
Te deseo todo lo mejor para tu futuro, y estoy seguro de que seguirás sirviendo a nuestra querida Orden con el mismo valor y compromiso de siempre. Personalmente sé que podré seguir contando con tu experiencia y tu cercanía.
Gracias también al Hermano Brian O'Donnell y al Hermano Donatus Forkan, antiguos Superiores Generales de la Orden, por su apoyo, su visión de la Orden y su cercanía. También quiero recordar aquí a Fray Pascual Piles, antiguo General, y a Fray Giampietro Luzzato, antiguo Consejero General. (...)
6. ConclusiÓn
"Hospitalidad en un mundo cambiante": estas pocas palabras suenan como una llamada, la que hemos elegido para dirigir este 70º Capítulo General. Es una llamada nacida de una profunda reflexión, guiada por más de cien grupos de nuestras Provincias, que han explorado los caminos de una hospitalidad renovada en un mundo cambiante.
Guiados por el Espíritu Santo, aquí estamos, hermanos, colaboradores y laicos, formando un vibrante mosaico de más de 110 almas, unidas en la misma fraternidad durante un mes. En estas dos primeras semanas, con nuestros colaboradores laicos, hemos forjado fuertes lazos, intercambiado ideas y esperanzas, y trazado juntos el camino para los próximos seis años.
Como el grano de trigo que se entrega a la tierra para renacer como espiga, aspiramos a transformarnos, a "morir" a nuestra individualidad para crecer en la unidad, la ayuda mutua y la cooperación. En este espíritu de comunión, precioso legado de nuestro Padre San Juan de Dios, podremos responder al grito de los más frágiles, de los que sufren en cuerpo y alma.
Escuchamos el sufrimiento del mundo, avanzamos con valentía y confianza, de la mano. No tenemos miedo de adentrarnos, porque el Señor, Nuestra Señora de Częstochowa y San Juan de Dios velan por cada uno de nosotros. Como velan por nuestros hermanos, colaboradores, voluntarios en Ucrania, Tierra Santa, Benín, Camerún y Mozambique.
La familia de San Juan de Dios reunida en este capítulo mostró su solidaridad recaudando la suma de 140.367 euros para el proyecto que se llevará a cabo en Ucrania.
Deseándoles un buen viaje de vuelta a casa, les rogamos que transmitan nuestros afectuosos saludos a toda la familia de San Juan de Dios; nuestro pésame a los enfermos. No olviden rezar por el Gobierno General.
Que el Señor, nuestro Padre misericordioso, Nuestra Señora de Czestochowa, que nos acompañó durante todo el Capítulo, el Arcángel Rafael, nuestro Hermano Mayor, nuestro Padre San Juan de Dios, y todos nuestros Santos y Beatos nos acompañen, nos protejan, nos guíen y nos ayuden a lo largo del sexenio que está a punto de comenzar.
Gracias a todos